lunes, 14 de marzo de 2016

El televisor - España, 1974 (Historias para no dormir)

Puedes leer esta crítica sin temor a spoilers; en esta casa no se destripa ninguna película
 


   Ayer me dio por repasar una serie que me fascina: Historias para no dormir. En general me gustan mucho todos los trabajos de Narciso Ibáñez Serrador, figura clave del terror español; puedo decir que me han hecho pasar más miedo que (casi) todo el cine de terror americano rodado en los últimos 30 años. Iré comentando los capítulos con tiempo, porque es una serie de la que merece la pena hablar.

   Hoy voy a empezar por el primer episodio que vi: El televisor. Su argumento bien podría formar parte de una tira cómica de Don Celes: los miembros de una tradicional familia española de clase media deben todos los caprichos de que disfrutan a Enrique, padre y cabeza de familia, que trabaja sin descanso cada día para que ni a su mujer ni a sus hijos les falte de nada. Tanto antepone el hombre el bienestar de los demás al suyo propio que nunca tiene tiempo ni dinero para conseguir su único capricho: un televisor. Hasta que un día, al fin, le llega la oportunidad.

  Este capítulo, que por su duración (es más largo que los demás) podríamos considerar mediometraje, en realidad fue rodado al margen de Historias para no dormir y, aunque con los años ha pasado a formar parte de una especie de tercera etapa de la serie, es cierto que en él se alcanzan una mayor dimensión psicológica en los personajes y más complejidad en la propia trama. 

   Confieso que ya había visto varios capítulos de esta serie, aunque quizá era demasiado joven para entenderlos, de hecho algunos los había olvidado por completo. Este en concreto sí lo recordaba, pero me pasó con él algo similar a lo que me pasó con La cabina, de Mercero: me impactó mucho cuando lo vi por primera vez, probablemente porque no entendí bien de qué iba el tema, y lo único que conservé fue el final en la retina, un montón de preguntas en la cabeza y una sensación de inquietud en el estómago que no había podido digerir hasta ahora, que comprendo lo que he visto. Llevo ya un par de días con la serie y estoy encantada de poder redescubrir algo así. 

   Le pongo un 8 sobre todo por el monólogo de Enrique, que me parece brillante, y por la vigencia que sigue teniendo el mensaje hoy día, aunque parezca una tontería. Lo que en los 70 era la tele hoy podría ser cualquier otra cosa que nos lave el cerebro, y no me refiero solo a un móvil o un ordenador, sino todo lo que nos haga ser esclavos de sus "bondades". La reflexión sobre el poder de la publicidad, la alienación y, a otra escala, un progreso para el que la humanidad podría no estar preparada, está asegurada.
   
   Por cierto, todos los capítulos están en Youtube, aquí podéis ver El televisor. Por favor, amantes del terror que, no se sabe cómo, habéis venido a parar a mi blog: aprovechad la oportunidad, que no os arrepentiréis. Y, aunque no seáis particularmente aficionados al terror, os lo recomiendo igualmente; es un buen ejercicio de cine y siempre es una curiosidad encontrar el punto medio entre Hitchcock y las peculiaridades de los años 70 en la España cañí. 


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