A partir de hoy, vuelvo a poner el blog en marcha. Pero seré breve en mis entradas, muy breve, sobre todo al principio. Todo esto con la esperanza de que la terrible crisis creativa que me tiene secuestrada vaya liberándome poco a poco. Me frustra tanto el esfuerzo que tengo que poner en escribir dos párrafos como me enfurece pensar en la gente que entrará aquí, leerá entre líneas para hacerse una vaga idea de lo que quiero decir y se irá. Supongo que somos seguidores de las mismas cuentas en Instagram.
Pero tengo que forzarme un poco a escribir si quiero recuperar una inversión de mi tiempo que, no sé en qué momento, empezó a desaparecer hasta hacerlo casi por completo. No me refiero al blog, sino a los cuentos, las reflexiones o aun las ideas en post-it. Todo ha sido sustituido por otras actividades. Excluyendo tareas como cocinar, limpiar, hacer la compra o la colada porque son compartidas (aunque eso no signifique que no me lleven una parte significativa de tiempo), no puedo trabajar ocho horas al día, dormir otras ocho y que las ocho restantes me den para colaborar en un proyecto literario, tocar el bajo, actualizar la única red social en la que me permito ser activa, ver series o cine, hacer yoga, utilizar Whatsapp, leer, dar clases de español, socializar, hablar por Skype y ver vídeos ridículos o absurdos como manifestación de mi derecho y afición a procrastinar. No puedo con todo. Con todo no. Pero lo hago. Y he ahí el problema.
La agenda nueva, de gatos, por favor.

No hay comentarios:
Publicar un comentario