lunes, 7 de marzo de 2016

Amor vacui

   Hace unas semanas, abrí un blog. Otro más. Lo hice impulsada por un hecho concreto, con el propósito de que tuviera una temática definida, y he de decir que empecé con tantas ganas que hasta a mí me resultaba difícil de creer. Tan arriba me vine que a los diez días ya no tenía nada que contar. La razón del blog empezó a perder peso paulatinamente, la temática de las entradas se desdibujaba...hasta que dejó de apetecerme escribir. El blog ya no se parecía a lo que yo había querido hacer.

    La próxima vez que quiera empezar un proyecto, intentaré recordar que tengo que pensármelo muy bien antes, o tendré cinco mil quinientos blogs a la deriva, como una persona que no ha entendido muy bien el funcionamiento de los blogs y cada vez que quiere escribir algo se abre uno diferente. Aunque puede que se me olvide; los que somos aprendices de todo y maestros de nada tendemos a la creatividad compulsiva y, ya si eso, corregiremos fallos más tarde. O no.

   Cuando desperté a la realidad de mi proyecto frustrado, mi blog más antiguo, este, me pareció de repente un lugar muy confortable al que volver. El refugio donde escribir las cuatro cosas que me apetece contar, una cada tres meses, pero donde verdaderamente hago lo que quiero. Así que he optado por la vía fácil y he vuelto aquí, dándole un lavado de cara a mi viejo blog. Bueno, más que lavarlo le he hecho una dermoabrasión porque, como veréis, el pobre se ha quedado con lo mínimo. 

    Me explico: he ensanchado la parte central porque quiero dar más importancia al texto. De hecho, es el único elemento que quiero/puedo resaltar, porque de otros menesteres no entiendo ni papa. Por eso también he simplificado bastante el diseño. A fin de cuentas, yo nunca he tenido horror vacui, es más, puede que sea la influencia nórdica pero diría que hasta me pone un poco el minimalismo. Era eso o empezar a poner gadgets como una loca y acabar teniendo la web de Homer Simpson (yo es que tengo dificultades para encontrar los puntos medios). Conque a falta de Jesucristos bailongos he dejado un enlace a mi Instagram, en la columna de la derecha, y mi estantería de Goodreads, donde figuran los libros que voy leyendo (con intención de reseñarlos después). Y vamos a dejar las florituras rococó y el estilo barroco para el texto, que tengo yo mono de barroco nivel Góngora sacando a Quevedo de sus casillas.

  Anuncio también que me gustaría escribir más sobre cine, literatura y música, mis verdaderas aficiones (soy así de original, me gusta arriesgarme con temas nuevos), así que conservo las páginas dedicadas a ello, pero tampoco puedo renunciar a contar mi vida de vez en cuando, por lo que reservo un apartado donde narrar batallas, sobre todo batallas vikingas, que para eso está una en Noruega, no (solo) para beber aquavit y comer queso marrón todo el rato.

   Así que, por enésima vez, allá voy. A vosotros me encomiendo.

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