sábado, 1 de diciembre de 2012

Con uñas y dientes

No hace mucho le confesaba a una amiga mi crisis actual con este blog. Me preguntó si trataba sobre algún tema en concreto y yo contesté que no, que sólo hablaba sobre mi vida, a lo que ella respondió sorprendida: "Pues más fácil imposible. ¡Como si no tuvieras cosas que contar!". Y puede que sea cierto.

Abrí este blog hace ya más de un año con la intención de contar las anécdotas de lo que yo pensaba sería mi ultra-emocionante vida en Oslo. De alguna forma, me dio por pensar que en la tierra de los vikingos mi vida ganaría en aventuras y misterio, pero mientras vacilaba entre qué hazaña contar primero, dejé de estar aquí de vacaciones y empecé algo diferente. Los tres o cuatro primeros meses me dediqué a descubrir Oslo y sus alrededores en la medida de lo económicamente posible, y en internet comprobé que no sólo millones de personas habían descubierto lo mismo que yo antes, sino que lo narraban con mucho más estilo, así que decidí ahorrarme historias mil veces contadas y empecé a concentrarme en aprender a vivir aquí, no ya como la viajera que era al principio, sino como una ciudadana más, así que supongo que la rutina también ha tenido parte de culpa en restarle emoción a mis relatos.

El caso es que, hace unos meses, quise volver a España y abandonar la vida que llevo aquí. Noruega había dejado de entusiasmarme y ya no tenía ganas de planear mi futuro en Oslo. Hubo varios motivos: estaba decepcionada con la gente que conocía, cansada en el trabajo, frustrada con el idioma y, para colmo de males, la época coincidió con la muerte de mi abuela, que me afectó profundamente. Muchas de las cosas que me gustaban de este país empezaron a molestarme, sin darme cuenta de que estaba culpando a Noruega de mis propios conflictos.

Por suerte, en julio cogí vacaciones y me fui a Santander un mes entero (sin olvidar mi paso por París, que fue increíble gracias a Gema), lo que me ayudó a replantearme la situación. Fue un respiro poder pasar tiempo con Luis, con quien mantengo una relación a distancia que, en ocasiones, complica mucho las cosas, y saber que aún tiene ganas de venir aquí conmigo. Me organicé para ir a la playa, hacer una ruta por los Picos de Europa, comer pinchos, asistir a una boda, leer en la terraza de mi casa, salir por la noche, pasear a mi perro, engordar tres kilos y dedicar mucho tiempo a la vida contemplativa pero, lo más importante de todo, conseguí volver a Noruega con otra mentalidad cuando acabaron mis días libres.

Lo primero que hice al volver, con vistas a no derrumbarme de nuevo, fue una lista (¿hay algo para lo que no sirvan las listas?) con todo lo que me preocupaba o no me gustaba y, simplemente, intentar cambiarlo.

Desde entonces, intento ver todo de forma más positiva, aunque a veces cueste un mundo; por ejemplo, con el tema laboral: es cierto que mi actual trabajo, que llevo desempeñando desde que llegué, no es el más gratificante del mundo y desgasta mucho, pero me resultó fácil de encontrar y me ha permitido despreocuparme durante casi dos años de buscar otra cosa, además de ser una buena plataforma para colarme sigilosamente en el sistema noruego. Además, durante este tiempo, sí he podido intuir la posibilidad de conseguir algo mejor y, aunque sé que me falta mucho por hacer, quiero seguir intentándolo.

En cuanto al idioma, yo ya sabía que escoger Noruega como destino me supondría el esfuerzo añadido de aprender noruego, algo ineludible si lo que quiero es establecerme aquí a largo plazo. Y cierto es que me tomé mi tiempo para empezar a estudiarlo, pero mis razones eran prácticas; a fin de cuentas, no tuve claro desde el principio que quisiera quedarme más de ocho meses. Pero al empezar a estudiarlo seriamente descubrí que tiene su punto e incluso podría decir que me motiva bastante (con lo que me gustan las lenguas románicas y siempre termino decantándome por las germánicas).

También fue un gran paso para mí asumir que necesitaba relacionarme más socialmente. Me considero una persona fuerte y muy válida independientemente, y no me asusta en absoluto estar sola, es más, me encuentro cómoda en soledad. Pero también necesito pasar tiempo con alguien de vez en cuando y, sobre todo, reírme, algo imprescindible para mí en todo tipo de relación personal. Era reticente a relacionarme con españoles pero, en vista de que estrechar lazos con los noruegos no es especialmente fácil, me decanté por buscar spaniards, de lo cual me alegro, porque estoy muy satisfecha con la gente que he conocido por aquí recientemente.

Ahora estoy pasando por una situación difícil de nuevo y, sin embargo, me encuentro mucho más preparada para afrontarla. Mentiría si dijera que no he pensado alguna vez en tirar la toalla, pero justo ahora tengo claro que de aquí no me mueve nadie, y si para eso tengo que esforzarme más de lo que haya hecho nunca, lo haré. Y aquí vendré por las noches a contar mis desventuras, o mis victorias. Porque tengo ganas de hacer algo que hacía mucho tiempo no me ocurría: perseguir un sueño. Merece la pena, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario